miércoles, 30 de abril de 2014

UNA DESPEDIDA (.)

Esta entrada la publico por aclamación popular. Hacía ya tiempo que me reclamaban este poema. El poema de la despedida... de la despedida de mi pecho, no nos vayamos a asustar sin motivo.

Lo escribí unos días antes de la operación, inspirada por el magnífico Albert Espinosa y su libro El mundo amarillo. Él se dejó una pierna en la lucha contra el cáncer, pero en lugar de sentir la pérdida, le hizo una fiesta, convocando a todos los que habían disfrutado de su existencia de una u otra manera.

(No busquéis mucha rima o métrica, porque no creo que la haya y si hay algo, sería una sorpresa.)

He sido muy feliz junto a ti.

Tardaste mucho en darte a conocer,
pensé que nunca llegarías.
Pero cuando lo hiciste...
me hiciste más bella.
Eres todo lo que se puede pedir:
liviana, redonda, sonrosada...
Magnífica, tanto, tanto,
que no sé si tendría que llamar
a los que te han besado
para que se reúnan a llorarte,
aunque seguro basta el último
para hacerte el duelo.

Te recordaré siempre,
cómo me hiciste sentir,
joven y guapa, mujer.
Y después...
después cumpliste con tu labor primera,
con tu sentido ser.
Le diste a él todo lo que pudiste,
amor y calor, alimento y maná.
Yo solo pude asombrarme,
observar en silencio,
maravillarme.

Así que ahora, que nos toca despedirnos.
Que debo elegir entre tú y la vida.
Ahora solo puedo darte las gracias,
mirarte por última vez fijamente,
antes de la despedida.

Me habría gustado envejecer juntas,
pero ahora sé que esa no es una opción,
te dejo atrás
y miro adelante
con una sonrisa y solo una tristeza pequeña.
Minúscula.

Adiós.

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