martes, 1 de abril de 2014

EL BEBÉ, EL GORRO Y LA TERNURA

Una de las experiencias que más aterran al comienzo del tratamiento de cáncer es asumir que vas a perder el pelo. Ni siquiera el pecho fue, para mí, una preocupación demasiado grande. No tengo pecho izquierdo, pero nadie lo sabe a no ser que se lo diga yo. Pero el pelo... el pelo nos ha acompañado desde siempre, lo hemos mimado, cuidado y maltratado en ocasiones. Hemos gastado mucho dinero para que quedara perfecto. Y ahora... ahora nos abandona y nos deja en evidencia.

En otro post contaré cómo fue mi experiencia, pero ahora os cuento cómo ha sido esta experiencia con mi hijo. Yo pensaba que le sería difícil asumir que su mami pasaba de tener el pelo largo de siempre (aunque fuera peluca) a llevar un gorro morado bajo el que no había nada. Pues bien... de nuevo, L. nos demuestra que los adultos convertimos en tabús cosas de lo más sencillas.

L. desde el primer día decidió que el gorro era un juego personal con mamá (o papá, porque a día de hoy si yo le digo mamá, el me responde "papá"). Le enseñé a quitármelo y le dejé tocar mi cabeza, aunque fuera a modo de tambor. Ahora cuando estamos a solas, el juego es maravilloso: me quita el gorro, juega con mi cabeza, se lo pone él, me lo vuelve a poner... Y, lo mejor de todo, despierto en él una ternura que le hace cogerme la cara con sus dos manitas y plantarme besos de los suyos, con toda la boca abierta. Su padre me dice que no me dirá mamá, pero que esos besos no se los da a él.

Así que, a todas las superhéroas que se encuentren pasando por lo mismo que yo, descubrid qué nueva ternura se despierta en vuestra vida al veros indefensas y en evidencia.

Un abrazo fuerte,

No hay comentarios:

Publicar un comentario